REHABILITACIÓN DE UN EDIFICIO EN EL BARRIO DEL RAVAL
De un tiempo a esta parte abundan los programas de reformas de casas y de remodelación de espacios que hacen que hayamos puesto en valor la opción de la rehabilitación. Estos programas muestran el cambio desde el interior, es decir, cómo la reforma cambiará la vida de los inquilinos. Sin embargo, no debemos obviar la transformación que se produce en el exterior, en la calle y en el barrio en el cual se encuentra la vivienda.
Actualmente estamos rehabilitando un edificio de viviendas en el barrio del Raval (Barcelona). Un edificio del siglo XIX que estaba en ruinas y que hacía peligrar el famoso Café Marsella (en sus bajos) abierto en 1820 y declarado bien de interés urbanístico. El edificio fue adquirido por Fomento de Ciutat Vella para recuperarlo y no perder un enclave cultural de relevancia histórica de la ciudad.
La rehabilitación no ha sido sencilla. Se han tenido que hacer desde el interior tareas de escombrado (el 60% del interior), reconstrucción de vigas, refuerzo de cimientos y los muros de carga utilizando tensores en las arcadas, todo ello sin alterar el funcionamiento del Café, y más complicado todavía, sin que éste sufriera ni el más mínimo daño, dado su carácter de bien de interés urbanístico.
Para mantener la esencia del edificio, así como del resto del barrio, se han restaurado la fachada y las barandillas de los balcones y de las escaleras; se han mantenido las vigas vistas en los salones y para la entrada se está realizando una réplica de la baldosa antigua.
Dentro, los cambios son más evidentes puesto que se ha hecho una distribución moderna de las viviendas con cocinas en galera y espacios abiertos. Además, se ha instalado un sistema de climatización aerotérmica.
Al rehabilitar un edificio se interrumpe la degradación de la infraestructura para que el lugar en el cual se encuentra no se vaya perdiendo en el paso del tiempo y sus efectos. La transformación da la oportunidad a una nueva vida.
Barrios como el del Raval (Ciutat Vella) en Barcelona son una muestra clara de cómo afectan los cambios internos a la vida externa: el tipo de habitantes induce un tipo de servicios (y viceversa) y un ritmo de vida. A día de hoy, el barrio continúa su proceso de transformación empezado en los 80.