Un nuevo concepto se ha puesto de moda y esperemos que no por ello acabe perdiendo validez o relevancia. Hablamos de la “economía circular”.
Este modelo pretende dejar de lado el habitual modelo de economía lineal –producir, usar, tirar-, la economía circular apuesta por que los residuos no se conviertan en basura y un producto pueda tener muchas y diferentes vidas/funciones. La economía circular incluye los residuos en un circuito de reciclado, reutilización, recuperación, valorización… Además, promueve el uso de energías renovables para las fases de producción, eliminando otro factor muy anclado en la economía lineal.
Por otro lado, en muchos casos, la propuesta para el cliente será la del alquiler de los bienes. Así una vez hayan cumplido su función, el cliente podrá tener uno nuevo y la empresa productora podrá reintroducir los productos desechados de nuevo en el circuito:
Reciclándolos, utilizando los materiales que se encuentran en sus residuos.
Convirtiendo los residuos en recursos, reintroduciéndolos en la naturaleza.
Reutilizando las partes que puedan seguir funcionando.
Reparando aquello que esté estropeado para darle una segunda oportunidad.
Aprovechando energéticamente lo que no pueda ser reciclado.
A su vez, la economía circular prevé que se tengan en cuenta los impactos medioambientales en todo el ciclo de vida de los productos y que los centros de producción se agrupen optimizando los recursos y servicios necesarios.